Que tan hermosos animales son los caballos. Siempre anhelé tener uno. Desde muy pequeña soñaba con ellos, pasaba las horas observándoles en el monte. Sus gestos, sus movimientos, su respiración.
Todos los años pedía uno y nunca llegaba. Ante el asombro y pregunta de mis padres sobre donde íbamos a meterlo, yo tenía una solución: en la lonja. A mi corta edad, mi cabeza no comprendía que a pesar del gran espacio que alli había, no era un sitio adecuado para tener y mantener un caballo.
Uno negro, grande y pura sangre. Ese era mi sueño. Galopar por la playa a lomos de un estupendo ejemplar. Correr sobre las olas, subir montaña arriba y saltar traspasando cualquier obstáculo.
Pero, a medida que pasó el tiempo, la realidad se fue apoderando de mi mente y fui comprendiendo. A pesar de todo, hoy es el dia, en que es inevitable camuflar ese sentimiento hacia los caballos. CARPE DIEM.
1 comentario:
Este verano te busco un caballo... vamos a tener varios para elegir. El mas negro ( por roña también vale) lo busco, y a tus pies lo pongo... que a mi no me van a poder decir que no!! :-D
Publicar un comentario